El laberinto de cristal

cuando los pacientes mejoraban, las conductas codependientes de sus familiares se mantenían o empeoraban. Esos familiares, además, presentaban rasgos comunes: una forma de relacionarse similar; un modo de pensar, sentir y actuar que poco a poco les afectaba cada vez más. Estas observaciones les llevaron a concluir que el origen de estos síntomas podría ser anterior a la convivencia con la persona alcohóli

familiar asume con resignación todas las tareas y responsabilidades del hogar para que la persona con dependencia no tenga responsabilidades o sean las menos posibles. Se trata de que las cosas «vayan tirando», pero no se dan cuenta de la sobrecarga a la que se someten y de las consecuencias para su salud física y mental. Esta actitud, además, también favorece que el familiar afectado no sea consciente de que está enferm

Este patrón de relación lleva a la incomunicación y constituye la base para mantener el gran secreto familiar: el alcoholismo.

familias se ven impulsadas a buscar la estabilidad a corto plazo, y para ello toman como referencia la adicción del familiar en lugar de tener en cuenta las necesidades de los otros miembros de la familia.

Junto con la racionalización, también es muy común en estas las familias la «sobreprotección» al familiar con adicción. En general, la pareja intenta cubrir, salvar o proteger al adicto con el objetivo de que este no sienta el impacto de las consecuencias que provoca el consumo sobre su vida y sobre la de quienes lo rodean.

hemos contado que el cerebro límbico está relacionado con nuestra capacidad de adaptación al ambient

para que imagines lo que pasa por la cabeza de una persona adicta al alcohol cuando experimenta un fuerte deseo de beber alcohol, sino para que te hagas una idea de lo que debe ser estar bajo las órdenes de nuestro cerebro límbico. Es decir, intentar controlar los impulsos que nos llevan adonde acostumbrábamos a ir (bares, cafeterías, tiendas donde comprábamos bebidas...), a estar con quien bebíamos (nuestros amigos de barra), a disponer de esa «varita mágica» que nos permitía aliviar la ansiedad, la tristeza, el aburrimiento y otras muchas emociones negativas que teníamos al cabo del día

no lo olvidemos, lo que quiere el cerebro límbico de una persona con adicción, lo que pretende, es que la persona vuelva a beber o, por lo menos, que se no se aleje mucho —o nada— de sus antiguas costumbres. Como he dicho antes, para el cerebro límbico de una persona con adicción al alcohol esta sustancia ha adquirido un valor de supervivencia.

Los estudios sobre neurobiología de la adicción son muy consistentes en señalar que, cuantas más veces se experimente ese premio ligado al alcohol, más se fortalece el aprendizaje y más sólida se hace la adicción.

El profesor Michael Sandel, en La tiranía del mérito, explica que la exaltación de la responsabilidad individual es gratificante cuando las cosas van bien, pero desmoraliza cuando van mal y puede ser claramente injusta.