Por ejemplo, había advertido durante su vida una diferencia entre los sexos a la hora de hablar de las relaciones. Cuando una pareja rompía, era más probable que la mujer dijera: «Todo iba bien hasta que sucedió x.» La x era un cambio de circunstancias o de ubicación, la llegada de otro hijo o, con demasiada frecuencia, la consabida –o no tan consabida– infidelidad. Lo más probable, por el contrario, era que el hombre dijese: «Me temo que todo fue mal desde el principio.» Y estaría refiriéndose a una incompatibilidad mutua, o a un matrimonio contraído bajo coacción, o al descubrimiento de un secreto no revelado por una o las dos partes. Así, ella estaba diciendo: «Fuimos felices hasta que», mientras que él decía: «Nunca fuimos realmente felices.»