El mito del hombre lobo sufrió otra mutación hacia finales del siglo XV. Además de convertirse en un símbolo de la maldad demoniaca, el hombre lobo encarnó en personas vivas, con nombre y apellido. Es el único de los personajes míticos salvajes que fue realmente perseguido, encarcelado, torturado, juzgado y ejecutado. Aunque se hablaba del homo sylvestris, los silfos, los faunos, los pigmeos, los sátiros y las ninfas, ninguno de estos seres míticos cayó en manos de la justicia o la Inquisición.