“Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). Esta actitud de Jesús debe ser la que inspire el trabajo pastoral y el acercamiento cristiano a los enfermos. Para Jesús, el sufrimiento es un mal ante el que hay que adoptar una postura liberadora, curadora, sanadora. De hecho, toda la vida de Jesús fue una lucha para arrancar al hombre del sufrimiento, la enfermedad, la muerte, el hambre, la tristeza, la desesperación.