En la época de Galeno y durante muchos siglos después, más o menos hasta finales del siglo XVII, y aunque hoy nos parezca impensable, hombres y mujeres pertenecían al mismo sexo. Las mujeres eran hombres imperfectos, del revés, que se habían quedado a medio hacer porque, debido a una falta de soplo vital, los órganos genitales y las gónadas no habían podido salir al exterior, como sí lo habían hecho en los hombres, que habían culminado el ciclo del desarrollo. Aunque biológicamente hombres y mujeres pertenecían a un mismo sexo, en el entorno sociocultural tenían asignados roles y estatus diferentes.