Una invitación a descubrir los grandes placeres de la vida.
«De pequeños pensábamos que el mar comenzaba en la Agulla de Castell y se acababa en la cueva del Cap Gros, que son los accidentes que encierran de norte a sur la bahía de la Fosca. No era un trozo de mar demasiado grande, pero a nosotros nos parecía todo un mundo: cada roca la convertíamos en una isla; cada playa, en un continente; la bahía entera, en un universo completo. Era el paraíso y nosotros conocíamos cada palmo de él, cada rincón y cada saliente que sirviera para tirarse de cabeza y zambullirse en un fondo marino que también nos sabíamos de memoria».