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Victoria Camps

Elogio de la duda

Fue Bertrand Russell quien dijo que la filosofía es siempre un ejercicio de escepticismo. Aprender a dudar implica distanciarse de lo dado y poner en cuestión los tópicos y los prejuicios, cuestionar lo incuestionable. No para rechazarlo sin más, sino para examinarlo, analizarlo, razonarlo y, por fin, decidir.

Elogio de la duda recorre las vicisitudes de la duda a lo largo y ancho de la historia del pensamiento —desde sus páginas nos hablarán Platón, Aristóteles, Descartes, Spinoza, Hume, Montaigne, Nietzsche, Wittgenstein, Russell, Rawls y un largo etcétera de hombres que decidieron dudar— y lo hace de manera asequible a un público amplio, sin renuncia alguna al rigor y la profundidad de quien ha ejercido la docencia universitaria durante 30 años.

«Anteponer la duda a la reacción visceral. Es lo que trato de defender en este libro: la actitud dubitativa, no como parálisis de la acción, sino como ejercicio de reflexión, de ponderar pros y contras…"

«Lo que mantiene viva y despierta a la filosofía es precisamente la capacidad de dudar, de no dar por definitiva ninguna respuesta.»

«Dudar, en la línea de Montaigne, es dar un paso atrás, distanciarse de uno mismo, no ceder a la espontaneidad del primer impulso. Es una actitud reflexiva y prudente (…) la regla del intelecto que busca las respuesta más justa en cada caso.»

«La filosofía, el conocimiento, procede de personas que se equivocan. La sabiduría consiste en dudar de lo que uno cree saber.»
158 printed pages
Copyright owner
Bookwire
Original publication
2016
Publication year
2016
Publisher
Arpa
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Impressions

  • Beatriz ACshared an impression7 years ago
    👍Worth reading
    🔮Hidden Depths
    🎯Worthwhile
    🚀Unputdownable

    Esta autora tiene una pluma exquisita y lúcida. Para no filósofos se agradece encontrar a escritores que acerquen a uno a la claridad. Mil gracias Victoria.

  • J Jesús Chávezshared an impression4 years ago
    👍Worth reading

Quotes

  • Beatriz AChas quoted7 years ago
    «No deseamos las cosas porque son buenas, sino que son buenas porque las deseamos.»
  • Sergio Castrohas quoted7 hours ago
    Uno no se construye como sujeto al margen de la intersubjetividad, de la relación con los otros que solo puede brindarle la comunidad. Pero esa construcción tiene que ser propia, hecha desde el distanciamiento de lo que se recibe como dado y de todo aquello que se pretende naturalizar desde la voluntad de conseguir grupos homogéneos. Las naciones se construyeron así, con la ayuda de la educación, de la unificación lingüística, del servicio militar, de todo lo que podía conseguir que el sujeto se viera a sí mismo, por encima de todo, como perteneciente a un conjunto con sentido. Todo nacionalismo se propone «normalizar» a sus miembros. Una comunidad nacional pretende que sus miembros sean iguales, no en tanto sujetos de unos mismos derechos, sino en la asunción de una diferencia cultural que los constituye como nacionales. La suerte de las naciones ha corrido paralela a la de la afirmación del individuo que deviene «individualismo», en sentido peyorativo, porque es indiferente a lo ajeno. La afirmación de la nación como un conjunto de rasgos distintos y dignos de ser conservados, se pervierte al convertirse en la norma que obliga a quien se inscribe en ella a moldearse de acuerdo con lo establecido. Lo diferente pasa de ser algo gratuito y querido, a un imperativo de obligado cumplimiento.
  • Sergio Castrohas quoted7 hours ago
    Como dijo Kierkegaard, «la duda no es vencida por el conocimiento, sino por la fe, igual que la fe ha traído la duda al mundo». El creyente religioso que ha llegado a interiorizar la fragilidad de la fe puede, a partir de la duda, o bien dar el salto al vacío, que consiste en reafirmarse en la fe, o bien permanecer en la duda y convertirse en un agnóstico. Gracias a haber introducido en nuestro mundo la incertidumbre y la duda, nuestro mundo «es espiritualmente un mundo secular», ratifica Hanna Arendt.6 Todos los artificios ideados para cohesionar al grupo humano, sea la religión, la nación o cualquier relato ideológico que pretenda determinar el devenir humano, merecen la misma desconfianza que la fe en Dios. Y deben ser gestionados por cada individuo en función de las necesidades y querencias de cada uno. Tratar de hacer de ellos un instrumento de poder para homogeneizar al grupo, y en definitiva instrumentalizarlo mejor, es una forma más de dominación que amenaza con vulnerar las libertades individuales.

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