—Así practicas para cuando decidas sentar la cabeza y tener hijos — comentó Casteel, y pude oír la sonrisa en sus palabras. Naill dio la impresión de estar a punto de caerse de su caballo. Jasper, que había girado al suyo para ponerlo de frente a nosotros, sonrió.
—Me temo que después de una sola noche cuidando de Beckett, olvidará el tema de los hijos.
—Dios —musitó Naill mientras Beckett, de repente, se abalanzaba sobre… una hoja dorada que había entrado en su línea de visión. Quentyn sacudió la cabeza mientras observaba a su amigo.
—Deberías verlo con las mariposas.
—No tengo ningunas ganas de hacerlo. —Naill suspiró