«Estos relatos fueron escritos a mediados de 1980; hablan de personas y paisajes que encontré por unos caminos donde nunca pensé transitar. Visto con el criterio de un botánico este libro debería llamarse Tiempo de heliconias ya que no existen claveles en los senderos de montaña, selvas tropicales y bosques nubosos donde se imprimieron mis imágenes. Pero a la literatura no le interesan las exactitudes, solo hace caso a la verdad íntima y subjetiva del que narra una historia. Los claveles, entonces, tienen para mí un significado que trasciende climas y latitudes. Son, como dijo Virginia Woolf, «una flor entera a la que cada mirada contribuye.
Los textos de Tiempo de claveles nacieron de la urgencia imperiosa de fijar las impresiones de mis ojos maravillados ante lo otro, lo diferente, lo insólito. Y aunque son ficción, para mí tienen el valor de un diario de campo», Tatiana Lobo.