Desconocido

El día que aprendí que no sé amar

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  • Karla Mermaidhas quotedlast month
    Quién no conoce a uno de esos maravillosos ejemplares de patán que viven de esos pequeños destellos de hormonas y, una tras otra, conquistan mujeres de las que creen enamorarse pero que luego desechan una vez que son correspondidos
  • Karla Mermaidhas quotedlast month
    Quién no conoce a uno de esos maravillosos ejemplares de patán que viven de esos pequeños destellos de hormonas y, una tras otra, conquistan mujeres de las que creen enamorarse pero que luego desechan una vez que son correspondidos. En estos patrones, además de historias personales que habría que ver una por una, hay elementos culturales.
  • Karla Mermaidhas quotedlast month
    La necesidad de poseer se basa en la ilusión de seguridad que eso brinda. Es una forma de aplacar lo volátil de Eros. Enamorarse puede generar adicción y, como veremos después, algunxs adictxs no tienen empacho en dejar cadáveres emocionales en su camino con tal de obtener más y más droga.5 A esta adicción abonan otros factores, como el imperativo cultural de querer siempre más; las nociones predominantemente masculinas de cacería, de justificar la hombría mediante las mujeres que se «poseen», la adicción al poder, al dominio del otrx.
  • Karla Mermaidhas quotedlast month
    Después de terminar una relación larga, me regalé a mí misma un periodo de madrazos seriales enamorándome única y exclusivamente de personas inalcanzables, ya fuera porque estaban lejos, porque tenían pareja o porque estaban emocionalmente indispuestas. Nada me parecía más encantador que el olor a rechazo, que poder decir «yo puse todo, me quiero comprometer, pero pues la otra persona no». Y así andaba yo, bien enamorada (x4), penando por la vida
  • Karla Mermaidhas quotedlast month
    El enamoramiento concebido así no ofrece certezas, solo posibilidades y, en muchas ocasiones, miedos. A la par, ofrece un estallido de deseo, no solo sexual sino también de cercanía, de conocimiento y, en nuestra cultura, de posesión. Dentro del discurso machista y heterosexual, esta posesión es del hombre a la mujer, pero, en menor medida, también lo es de la mujer al hombre. Soy tuyo y tú eres mía.
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    Ya sin el glamour del término, enamorarse puede ser adictivo porque abarca muchas satisfacciones: desde la de conseguir algo que se quiere, hasta el goce de las hormonas en el cuerpo, la emoción, la intriga, la novedad. Querer repetir la experiencia es tentador para muchxs.
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    Quién no conoce a uno de esos maravillosos ejemplares de patán que viven de esos pequeños destellos de hormonas y, una tras otra, conquistan mujeres de las que creen enamorarse pero que luego desechan una vez que son correspondidos.
  • Karla Mermaidhas quotedlast month
    si señalas la forma de relacionarse de alguien más como algo nocivo, estás entrando al resbaloso terreno de la intimidad ajena, ahí donde todos los sentimientos quieren estallar. El cariño y el cuidado siempre estarán por encima de la teoría, como también suele estar la experiencia.
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    mientras tanto, desde el feminismo, la noción de amor romántico hace referencia más a un modelo específico de afectividad que tiene una historia particular y comprende una serie de elementos,
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    Que la demacración pregone las angustias que sufres, y no repares en cubrir con el velo de los enfermos tus hermosos cabellos. Las cuitas, la pena que nace de un sentimiento profundo y las noches pasadas en vela aniquilan el cuerpo de las jóvenes; para lograr tu intento has de convertirte en un ser digno de lástima, tal que quien te vea exclame al punto: «Está enamoradoa».
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