Lo que sabe la señorita Kim

Lo único que puedo hacer es mirar por la ventana y plantearme preguntas sobre el tiempo que me queda y sobre si algún día no me arrepentiré de haber dejado que transcurrieran tantas horas sin hacer nada.

Pienso que una no llora porque esté triste, sino que se siente triste cuando llora. Las ramas secas al otro lado de la ventana de la cocina tiemblan de forma sutil mecidas por el viento.

Para nada. Me he convencido de que debo dar el cien por cien en cada momento. Porque, si existo, aunque sea una insignificante partícula de polvo en este universo, por algo será. Así que debo amarme. Debo apreciar la vida que me ha tocado vivir para que no pierda su sentido.

—Si cierro los ojos, siento que las luces bailan justo delante de mí. Me envuelven y me llevan al espacio. Ahí me doy cuenta de que no soy más que una partícula de polvo en este universo infinito. No soy nada.

—Si cierro los ojos, siento que las luces bailan justo delante de mí. Me envuelven y me llevan al espacio. Ahí me doy cuenta de que no soy más que una partícula de polvo en este universo infinito. No soy nada.

Quiero vivir por muchos años más. Que me pongan respiradores artificiales y lo necesario para mantenerme con vida. ¿Qué diablos ganaré viéndome guapa al morir? No quiero ser guapa. Lo que deseo es tener una vida larga, respirar el aire de este mundo maravilloso todo lo que pueda.

«He vivido para este momento —grité para mis adentros—. ¡Estoy viva así, aquí, ahora!».

También me siento plenamente satisfecha. Puede que no me crea, pero nunca me he sentido tan cómoda como ahora que vivimos juntas las dos.

—Eso es porque no está Juncheol. Porque ya no soy la madre de Juncheol, ni tú eres su mujer.

También me siento plenamente satisfecha. Puede que no me crea, pero nunca me he sentido tan cómoda como ahora que vivimos juntas las dos.

—Eso es porque no está Juncheol. Porque ya no soy la madre de Juncheol, ni tú eres su mujer.

—Has tomado la decisión correcta. Haz lo que te dé la gana mientras seas joven. Porque, con la edad, lo único que ganarás será cobardía y arrepentimientos.