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Tanto Omma como Bene se ponen en pie al mismo tiempo.
−Gracias a la Diosa −susurra ella. Corre hacia mí y me aparta el pelo de la frente, y entonces, con una voz baja solo para mí, añade−: Has conseguido salir. Estaba preocupada, niña.
Puede que esta sea la primera vez que me ha dicho esas palabras. Desde luego, es la única vez que me ha tocado de este modo.
¿Es que el mundo ha llegado a su fin y me lo he perdido? ¿Estaré todavía atrapada en las tierras ardientes?
Debe de ver mi incredulidad, porque baja la mano con lentitud.
−Íbamos a marcharnos por la mañana, aparecieras o no.
−¿Meren?
Esa es Tabra, pero su voz suena extraña.