Alterar las estaciones, desbaratar la sucesión del tiempo y sus etapas es la expresión de una gran fantasía para nosotros, los mortales, que estamos obligados a seguir el curso de un tiempo que corre en sentido único. Mientras dura la degustación, nos liberamos de nuestra temporalidad. Desear una naranja en pleno verano es desear vivir hasta el invierno, negarnos a hacer del momento presente la última estación.