En otras ocasiones, en cambio, la búsqueda del embarazo se da de un modo tan obsesivo que suele perderse de vista el deseo por el hijo y lo que ocupa el lugar privilegiado es el hecho mismo de conseguir la descendencia. Estas situaciones suelen traer consecuencias a veces muy duras para las parejas: las desgasta, e incluso, hasta puede llegar a destruirlas. En esos casos, el hijo producto de estos embarazos, a pesar de haber sido muy buscado, no es necesariamente un hijo deseado, porque la obsesión pasó por encima del deseo.