La oración “Recibe, Señor” que se transcribe a continuación en cursiva fue compuesta en 1943. En ella, para ponerse cabalmente en manos de Dios y darse a Él por entero, el Padre Kentenich se vale de la conocida oración de san Ignacio de Loyola, “Suscipe Domine” (Tomad, Señor, y recibid)[36].
Por manos de mi Madre
recibe, Señor,
la donación total de mi libertad soberana:
toma mi memoria, los sentidos, la inteligencia;
recíbelo todo como signo de amor.
Para el Padre Kentenich la entrega es siempre algo que ha aprendido profundamente de María y lo ha realizado con Ella. Por eso, él quiere que la entrega a Cristo, en su oración, sea realizada por las “manos de mi Madre”.