Es cierto que “loca/loco” y “locura” son palabras aterradoras, que tienen connotaciones históricas y culturales muy negativas, y con frecuencia se utilizan de manera despectiva, como un arma arrojadiza contra personas cuyos comportamientos no se entienden, no se comparten o, simplemente, incomodan. Pero si se pretende marcar distancias frente al modelo biomédico, parece obvia la reticencia hacia las categorías médicas; por eso, a falta de un léxico más apropiado, Beresford (2019) concluye que el término locura, a diferencia de las etiquetas diagnósticas al uso, permite la comprensión social del sufrimiento psíquico y alienta la apreciación de que todos y todas podemos enloquecer por circunstancias sociales, biográficas, experienciales, etc. La propuesta sería, entonces, resignificar el término locura, hacer inofensivo un lenguaje que se ha utilizado para oprimir y agredir, y valorar hasta qué punto “locura” y “loca/loco” pueden ser utilizados como términos emancipatorios.