Quizá el diccionario debería especificar que pensar se caracteriza no solo por la conciencia, sino por una suerte de autoconciencia, porque incluso la experiencia inmediata e irreflexiva es, por supuesto, también consciente. Sin embargo, solo porque una experiencia está desprovista de pensamiento no quiere decir necesariamente que esté desprovista de valor; de hecho, muchas de las cosas que valoramos en la vida priorizan la percepción sensorial por encima del pensamiento. La cuestión, en última instancia, es que no es sino hasta que nos volvemos conscientes de algo que podemos pensar acerca de ello.