―Dom, creo que voy a...
―Sé que lo harás, puedo sentirte. ―Nuestra respiración se convirtió en jadeos agudos cuando sus embestidas incontrolables nos destruyeron a los dos. Las baldosas frías mordieron mi espalda, mientras un hombre duro y caliente trabajaba sobre mí, dentro de mí. Una y otra vez, se estrelló contra mí, haciendo que mis pechos temblaran