–Mamá me dijo una vez que era más sencillo procesar el dolor como lobo. Los humanos eran tan complejos, vastos y contradictorios. Pero cuando eres un lobo es más sencillo, las cosas tienen más sentido; todos esos pequeños tonos de gris se convierten en nada. No la comprendí entonces, pero ahora sí. Quiero transformarme, pero no lo haré, porque este dolor es mío. No permitiré que me lo arrebaten. Es tan azul que me ahogo en él y creo que me estoy quebrando. El dolor es gracioso en ese sentido. Hay días en los que puedo convencerme de que estoy olvidando, que todo quedó detrás. Y luego hay un océano de azul y no sé cómo mantener mi cabeza por encima del agua.
Lo que sientes es todo tuyo, amore. Y nadie puede quitarte eso.