A lo largo del occidente del Mediterráneo se han descubierto gran número de objetos cuya apariencia o materiales son extraños a las culturas locales, ya sea un amuleto egipcio en Grecia, un vaso griego en África, o miles de extraños amuletos en Gibraltar. Los restos son evidencia de que una gran cantidad de productos fueron alguna vez movidos de un lugar a otro, transportados sistemáticamente y comerciados a lo largo del Mediterráneo por la antigua red comercial de los fenicios. Comenzando en el siglo 13 A.C., y continuando por más de un milenio, esta civilización dominó el más importante cuerpo de agua conocido por los antiguos. Con sus barcos formidables y sus habilidades comerciales, se hicieron famosos comerciando por entre Egipto, Grecia, Roma, Cartago, Cerdeña, España y finalmente hasta el océano Atlántico, estableciéndose como los señores indiscutibles del mar.
Una red de este tamaño, con cientos de colonias y miles de barcos, tenía que estar bien coordinada, y así fue, gracias a importantes ciudades a lo largo de la costa del Mediterráneo. Una de las más importantes y cruciales ciudades del sistema estaba escondida bajo las ruinas griegas, romanas y de los cruzados de El Líbano: la antigua ciudad de Tiro. “Sentada a la orilla del mar”, de acuerdo con el profeta Ezequiel, Tiro fue construida en una isla supuestamente impenetrable. Cuando Heródoto de Halicarnaso la visitó en el siglo 5º A.C., Tiro era considerada una de las metrópolis más antiguas y más ricas del mundo, y en verdad, la ciudad puede ser directamente asociada con algunas de las más importantes etapas de la historia de la humanidad: el descubrimiento del alfabeto; el descubrimiento del pigmento de color morado conocido como el morado tirio; la construcción en Jerusalén del templo de Salomón; y la exploración de los mares por valientes navegantes que viajaron tan lejos como el Mediterráneo occidental y fundaron centros de comercio en Utica, Cádiz y Cartago—una ciudad que a la larga aseguraría un monopolio de control fenicio sobre el comercio marítimo en la región, pero que eventualmente superaría el poder de su fundadora. Hoy, Tiro es mejor conocida por el famoso sitio que adelantó Alejandro Magno de Macedonia, quien bloqueó los estrechos entre la isla y la tierra firme antes de su asalto final. Convertida entonces en una ciudad griega, siguió en el año 64 A.C. el dominio romano, y más tarde se construyó una fortaleza de los cruzados en este sitio cargado de historia.
De todos los pueblos del antiguo cercano oriente, los fenicios están entre los más reconocidos, pero quizás también entre los menos comprendidos. Los fenicios nunca construyeron un imperio como los egipcios y los asirios; de hecho, los fenicios nunca crearon un estado fenicio único, en cambio existieron como ciudades-estados que eran reinos independientes, dispersos por toda la región del Mediterráneo. Sin embargo, a pesar del hecho de que nunca hubo un “imperio fenicio’, los fenicios se mostraron más prolíficos en su exploración y colonización que ningún otro pueblo en la historia universal hasta los españoles en la época del descubrimiento.
Los fenicios fueron bien conocidos a lo largo de muchas civilizaciones en todo el mundo antiguo y su influencia se puede apreciar en muchos lugares del occidente hoy en día porque a ellos se les atribuye la invención del precursor del alfabeto griego, del que se derivó directamente el alfabeto latino. Sin embargo, los fenicios dejaron pocos textos escritos, de manera que los historiadores modernos se han visto forzados a reconstruir su pasado por medio de una variedad de antiguas fuentes egipcias, asirias, babilonias, griegas y romanas. No es ni siquiera claro cómo se llamaron a sí mismos los fenicios, porque el nombre “fenicio” se deriva de la palabra griega “phoinix”, que se refiere posiblemente a los tintes que ellos producían y comerciaban (Markoe 2000, 10).