Pienso en ella y en cuando corríamos por la biblioteca, con su mano entrelazada con la mía. En cuando paseamos por las calles de Pittsburgh después de tomar un helado y en cuando me puso la bufanda de Pitt y me la ató con cuidado al cuello. Su sonrisa cuando tiraba de mí por la pista de patinaje para que no me cayera, cuando me sujetaba cada vez que estaba a punto de hacerlo. Ese momento en el que estuvimos sentadas entre los montones de libros, las piernas tocándose, el aire lleno de una electricidad innegable.
—Estoy loca por ella