—¿Qué necesitas de mí, Shannon? —graznó, con voz pastosa y ronca—. Te daré todo lo que necesites, nena. —Sacudiendo la cabeza, gimió como si le doliera—. Solo… quiero hacerte feliz.
—Tú —susurré—. Todo tú.
—Ya soy tuyo —gimió, antes de cubrir mis labios con los suyos.