Como nuestras relaciones florecen a todo lo ancho de un arcoíris de posibilidades, cada una puede inspirarnos diferentes sentimientos de amor. Cuando aprendemos a reconocer y dar la bienvenida al amor según lo encontramos en nuestros corazones y en todas sus variadas y maravillosas manifestaciones —sexual, familiar, amistoso, apasionado, amable, arrebatador, cuidador y millones más—, descubrimos una fuente de sustento que puede discurrir a lo largo de nuestras vidas en un río que nunca se seca.