Alexis O El Tratado Del Inútil Combate

Estoy cansado de este ser mediocre, sin porvenir y sin confianza en el porvenir, de este ser al que tengo forzosamente que llamar: «yo», puesto que no puedo separarme de él

Si es difícil vivir, es aún mucho más penoso explicar nuestra vida.

te pido perdón, lo más humildemente posible, no por dejarte, sino por haberme quedado tanto tiempo

Había contraído contigo compromisos imprudentes y la vida se encargó de protestar: te pido perdón, lo más humildemente posible, no por dejarte, sino por haberme quedado tanto tiempo.

Más tarde, he visto a tu hijo acurrucarse junto a ti y he pensado que el hombre, sin saberlo, busca sobre todo en la mujer el recuerdo del tiempo en que su madre lo abrazaba.

Te gusté gracias a esas cualidades que crecen a la sombra de nuestros defectos más graves: la debilidad, la indecisión, la sutileza.

Eras buena. Sabías lo que era el sufrimiento por haberlo curado y consolado muchas veces

Te gustaban, igual que a mí, los largos paseos por el campo que no conducen a ninguna parte. Yo no necesitaba que condujeran a ninguna parte; me bastaba con sentirme tranquilo a tu lado.

Me temo, amiga mía, que sus pequeños defectos mundanos nos hayan impedido apreciar lo que había de extraordinario en aquella gente de antes.

Supongo que le ocurría con sus pesares igual que con los trajes de noche: sólo se los ponía una vez, pero los guardaba todos, así que tenía armarios de recuerdos.