su euforia, no se dio cuenta de que sus pisadas estaban manchadas de rojo, la arcilla brillante se filtraba por la nieve. Del subsuelo brotaba rojo y arrojaba una luz roja a la segadora y al semblante de bruja de Allerdale Hall. Como si el mundo de Sir Thomas Sharpe estuviera recubierto de sangre.
Como si la Cumbre Escarlata estuviera a punto de revelarse muy, muy pronto.