Fue una lectura intensa, demoledora y absolutamente inolvidable. Cierra esta trilogía con una fuerza emocional que todavía no sé cómo procesar. El final es agridulce, pero me queda claro que era la única forma en que esta historia podía terminar.
La autora tiene una habilidad diabólica (y admirable) para jugar con tus emociones: te da migajas de esperanza solo para volverte a romper el corazón página tras página. Pero lo hace con tanta maestría que uno le agradece... mientras llora.
Más allá del sufrimiento emocional (que sí, es fuerte), este libro también aborda problemáticas muy reales: el peso del trauma, la brutalidad de la guerra, la pérdida de identidad y el dolor de cuestionarte a ti misma. Algo que me marcó especialmente fue cómo se muestra el colonialismo cultural: la llegada de extranjeros que imponen su visión del mundo, su tecnología, su idioma y su supuesta “superioridad”, borrando poco a poco una cultura entera. Es una crítica sutil, pero afilada, aun sigo tratando de procesar lo que leí.
Amazing end of the trilogy. Dark, cruel and painful but so captivating