En general, hablamos de una relación de pareja tóxica cuando:
— Tu pareja no te trata bien, te habla mal, te insulta, te humilla, te menosprecia, te falta al respeto. Estos serían los casos más claros de maltrato psicológico.
— No te valora, no te admira, no ve en ti ninguna virtud y te lo dice.
— Te miente, te oculta cosas, no es sincero contigo.
— Te pasas más días llorando desconsoladamente y sintiéndote impotente, de los que te pasas sintiéndote plena y feliz a su lado.
— Su manera de ser o de comportarse con los demás te genera ansiedad.
— A su lado dejas de ser tú, te anulas, pierdes tu esencia porque te obsesionas en ser lo que crees que él espera que seas.
— No te sientes realizada como persona. No haces lo que de verdad te gusta a ti, lo que te hace feliz.
— No tenéis proyectos en común, deseados de corazón por los dos, no compartís aficiones, ilusiones...
— No miráis hacia la misma dirección.
— Te dice lo que tienes que hacer, cómo te tienes que vestir, hablar, comportarte, te juzga, te critica, te anula...
— Cuando intentas comunicarte con él, para que comprenda tu punto de vista y acepte también su parte de responsabilidad, no llegas a ningún resultado. No acepta nada y te sigue diciendo que todo es culpa tuya (por tus celos, por tu inseguridad, por tu falta de autoestima, por tu debilidad, por tu dejadez, etc.).
— Si te paras a analizarlo y lo razonas, ves claro que tienes que cortar la relación, aunque sientes que no puedes, que no eres capaz de hacerlo, de estar sin él.
— Si habéis dejado la relación reiteradas veces (hay muchos casos en los que uno incluso pierde la cuenta) y sientes que lo único que sigue manteniéndola con vida es el sabor dulce de cada reconciliación, aunque tú bien sabes que una relación no puede alimentarse solo de reconciliaciones.