Pasión de multitudes

«Las heridas sanan, pero no te avergüences de la cicatriz; recuerda que hay alguien que lleva cicatrices en sus manos y no se avergüenza de tenerlas».

Puedes tener fiebre y orar por los enfermos, puedes estar con las finanzas quebradas y orar por la economía de los necesitados, pero no puedes carecer de intimidad con el Padre y orar por su presencia

Puedes vivir toda tu vida dependiendo de la gracia de Dios para tu ministerio: «Señor, sabes que no tuve tiempo para orar y buscarte, pero bendíceme de todos modos para que al cantar la gente sienta tu unción». «Padre, no me he preparado, pero te ruego que tu misericordia estè sobre mi vida en el momento de pasar al frente». Se apela a la gracia cuando no se pagó el precio

No obstante, un estudiante en la universidad de Dios nunca decide cómo tomará el examen.

tardaría en llegar, pero íbamos a agujerear el techo de ser necesario.

Cuando notamos que nuestra vida de oración estaba en bancarrota, decidimos espantar todo lo que nos estaba perjudicando. Recuerdo que nos disciplinamos para orar; teníamos en claro que el deleite

Cuando nos percatamos de esa situación, vimos que otro buitre desparramaba el altar: la televisión. Decíamos: «Solo vamos a mirar un programa y luego iremos a orar. Somos maduros y podemos manejar esta situación». Error. Pretendíamos tener autoridad espiritual, sin embargo, no podíamos tener dominio sobre un control remoto

A èl le aterra que construyas un altar y determines subir a tu propio monte.

Dios no hace «revelación por microondas»; si quieres que èl haga un pacto contigo, tendrás que ir al altar.

El Señor se presentará cuando lo busques con determinación, con sed, con anhelo, con tesón. Él siempre se revela a los