Cómo se hizo Donald Trump

En palabras de Trump, la historia de una empleada que decline hacer algo indecoroso es en realidad la historia de una rebelión que se debe aplastar.

Hay una última cosa que no se debe olvidar mientras se lee este libro: esa multitud de jóvenes que aplaudía y llenaba el auditorio de la Trump Tower en junio de 2015 cuando Donald Trump anunció su campaña con denuncias despiadadas contra los mexicanos, los musulmanes y los medios de comunicación. En aquel momento pensé que era impropio del centro de Manhattan, un lugar que no es famoso precisamente por la xenofobia, ni por aplaudir andanadas racistas. De hecho, esa multitud no era fruto de la afluencia espontánea que los espectadores de televisión habrían creído razonable estar viendo. Muchos de quienes aplaudían eran actores que cobraron cincuenta dólares cada uno.

En primer lugar, sabía que Trump lleva hablando de ser presidente desde 1985. En 1988 se propuso como segundo del presidente George Bush padre, un cargo que recayó sobre el senador Dan Quayle.

Donald Trump recurre a dos estrategias principales para gestionar la imagen pública que ha dedicado décadas a crear, sacar lustre y vender.

Después de todo, un recaudador profesional me dijo que en un comedor benéfico pidieron a Trump que comprara una mesa y que este solicitó un descuento, que fue rechazado.

El campo de golf de Westchester no es el único sobre el que se contradicen los expedientes fiscales de patrimonio inmobiliario y las declaraciones de bienes para la comisión electoral de Trump.

Recortar la factura fiscal inmobiliaria no era lo único que indignaba a los habitantes del lugar.

Entre las propiedades más valoradas de Trump se encuentra el National Golf Club Westchester

Hoy, Trump se encoge de hombros ante las cuatro quiebras en las que los inversores perdieron más de 1.500 millones de dólares y dice que reestructurar la deuda es una táctica empresarial corriente. A decir verdad, hubo en realidad seis quiebras. La última se produjo en 2014, cuando Trump era un inversor muy minoritario en el Trump Taj; ya había sido apartado de toda función activa en el último casino que llevaba su nombre.

En lugar de contratar a una compañía especializada en demoliciones, Trump escogió a Kaszycki & Sons Contractors, una empresa dedicada a la limpieza de cristales que era propiedad de un emigrado polaco.12