Esta estrategia hacía mucho más fácil tolerar la homosexualidad porque, en vez de cuestionar el orden heteronormativo de la sociedad, lo asimilaba, de modo que no suponía una amenaza para ningún eje de opresión. En consecuencia, dejaba fuera a toda persona lgtbiqa+ que no pudiera o quisiera adherirse al status quo: aquellas que no fueran gays o lesbianas (o gays y lesbianas que tuvieran una visión crítica del sistema), pero también quienes no fueran blancas, cis, de clase media, con cuerpos normativos...