Subí y me tomé la pastilla para dormir. La comida no llegaba. Le pregunto a la azafata y me dice: «En veinte minutos está lista.» Y entonces... blanco total. Me desperté al otro día rodeado de paquetes. Llamo a la azafata y le digo: «Señorita, ¿qué es todo esto?» Y me dice: «Todas las cosas que compró ayer.» Yo no me acordaba de nada. Le digo: «¿Yo le hablé bien?» Me dijo: «Sí, como una persona normal.» «¿Y cené?» «Sí, perfectamente.» Le digo: «A ver, muéstreme mi firma en la tarjeta de crédito.» Me mostró y era cualquier cosa. Me dijo: «Si quiere devolver algo...» Le dije: «No, no, me sirve para entregar como regalo cuando vuelva a mi país.» Pero fijate qué gracioso. Yo hice eso completamente despierto y no me acordaba de nada. La pastilla me dejó frito. Bueno, cuándo te veo.