México en 1554 ocupa un lugar primordial entre las crónicas de la ciudad de México en el siglo XVI. Escrita originalmente en latín —Joaquín García Icazbalceta la tradujo en el siglo XIX—, esta obra nos ofrece un recorrido único por las calles de la ciudad conquistada. De su autor, el toledano Francisco Cervantes de Salazar (ca. 1518–1575), ha dicho Edmundo O'Gorman: «Trajo a México con su persona, quizás en mayor grado de pureza que ningún otro, el nuevo hombre europeo: el seglar culto; el laico poseedor de la dorada llave de los idiomas muertos; el perito por igual en textos sagrados y profanos; el enemigo de los libros de caballería y del ideal monástico: el anticlerical que repugna de los deberes de campanilla y que duda de la eficacia del esplendor del culto, pero lleno de pretensiones éticas y reformistas un tanto benévolas a darle al cuerpo lo que es del cuerpo; ese nuevo Adán que le había brotado a la sociedad medieval, pero que en España una vez desterrada la influencia flamenca, nunca dejó de mirarse con recelo, ni logró, bien a bien, ocupar la posición dirigente que aspiraba».