Truman contestó: «Tomé la decisión basándome en los hechos conocidos entonces y, si tuviera que volver a hacerlo, lo haría sin dudar».33 Sin embargo, en la víspera de la Conferencia de Potsdam, tras ver «la ruina absoluta del Berlín conquistado», había escrito, en la privacidad que le ofrecía su diario: «Pensé en Cartago, Baalbek, Jerusalén, Roma, la Atlántida, Pekín [...], Escipión, Ramsés II [...], Sherman, Gengis Kan [...].