No dejar que se apague el fuego

Pelear significa cosas distintas para personas distintas. Tú sabrás por ti mismo por qué luchas. La abuela me dijo que luchar también puede ser hacer las paces. Me dijo que a veces avanzamos mirando hacia atrás y que a veces avanzar puede ser saber cuándo parar. Pero, bueno, ¡ya conoces a la abuela! Todos tenemos un fuego dentro de nosotros, hasta tú. Ella me contó que tú le habías echado tanto alcohol al fuego que tienes dentro que seguro seguro no se te va a apagar nunca.

Fue la psicóloga de la familia la que nos dijo que escribiéramos cartas pero mamá dice que no nos podemos permitir pagarnos la terapia si lo único que en teoría tenemos que hacer es escribirle cartas a gente que ya no está.

¡Así es la vida!, dijo. Una tiene que quererse pase lo que pase.

Eran lágrimas de felicidad, algo que yo no sabía ni que existía. Pero así es mamá. Ahora está sin cerebro. Le vienen las emociones del revés.

Mamá seguía gruñendo. Era como si tuviera dos ideas fijas en la cabeza. Tener niño, matar gente.

Respirar es lo más importante en los hospitales. Es lo único que te piden que hagas seas joven o vieja e incluso aunque sea con un tubo. Respirar y comer dónuts.

Esta parte que sigue ahora está dedicada a la abuela porque a ella le gustan la velocidad y las risas. Le gusta que las historias sean rápidas, liosas y divertidas, como la vida misma. No le gusta estirar las cosas en plan rollo épico. Que es por lo que sierra los libros.

Lou nos sirvió a todos una copa de vino blanco para brindar por la familia. Parecía triste y contento al mismo tiempo. Esa es una mirada adulta muy típica porque los adultos están ocupados y tienen que hacerlo todo a la vez, incluso sentir cosas.

La vida es demasiado corta para la gente mayor, por eso nunca dicen enteros los nombres de los sitios.

Estar viva supone contacto cuerpo a cuerpo con el absurdo. Y aun así podemos ser felices. Incluso el pobre Sísifo se dio cuenta de cómo iba el tema. Y ya es decir. Puede que pienses que Dios es un concepto absurdo pero la fe en la bondad de Dios… A mí eso me llena de alegría. Me parece inspirador.