Acoso, abuso, no es lo mismo, protesta él, ¡y yo ni siquiera la acosé! Le gustaba observarla de lejos, eso sí, la seguía a veces por los caminos, en una ocasión se las arregló para entrar en su casa y se escondió dentro del armario para verla dormir la siesta. ¡Nada más, nada más! Nadie le había explicado que no se pudiera hacer eso, que era inadecuado. Si se lo hubiesen explicado, como el día en que los policías le informaron de la prohibición de hablar con niños, él se ha