A veces se volvía difícil respirar. Era como si el oxígeno faltara, como sumergirse en el mar y que una ola te sorprendiera cuando salías y no te dejara volver a tomar aire. Angustia. Los párpados pesados, la falta absoluta de motivación y, de pronto, el sueño; dormir era mi parte favorita, escapar lo más rápido posible. Dormir donde fuera, como pudiera. Apagarme por completo. Y, entonces, cuando despertaba, ya todo parecía más sencillo. El control+alt+supr de la vida, el force quit. Cuando ya no había esperanza, allí estaba el sueño.