Ser músico tradicional en México es un oficio que tiene muchos matices: está vinculado a la naturaleza y la vida y el trabajo en el campo, a creencias y costumbres muy antiguas, al uso de la música en vivo —con su inigualable sabor— para celebrar, curar, orar, complacer, acompañar, alegrar; pero también significa viajar: viajar a otros pueblos y rancherías, a otras ciudades, y en estos tiempos incluso a hacer giras internacionales.
Ser mariachero —o músico de mariachi— es indescriptible: trabajar mientras otros festejan, cantar y tocar mientras otros duermen; ser los embajadores de la alegría y de hacer aflorar los sentimientos de las personas; tolerar los excesos y hacer gala de la paciencia más férrea, del humor más ingenioso y de una sensibilidad que acompaña a los mexicanos en los «ritos de paso» o momentos claves de nuestra vida —bautizos, quince años, cumpleaños, bodas, fiestas patronales, velaciones de santos, inauguraciones, homenajes, reconciliaciones, fines de ciclos y hasta sepelios.
Este es un libro especial porque aborda la vida de una generación de músicos cuya característica es ser mariachi tradicional o ser testigos de primera mano de la transición del uso de la trompeta en la agrupación del mariachi. Estos mariacheros son originarios de ranchos y pueblos de Nayarit, Jalisco, Zacatecas, Michoacán, Colima, Guanajuato, etcétera, y retratan diferentes aspectos de la personalidad del occidente del país: desde la costumbre de «echarle sal a la herida» cantándole al desamor, el atestiguar riñas y peleas a balazos mientras tocan, ser bien recibidos en un hogar por una familia halagada con una serenata, o las transformaciones de la agrupación mariachera al arraigarse en la Ciudad de México, específicamente en la plaza Garibaldi.
Los sones abajeños, arribeños y costeños, jarabes, valses, minuetos y canciones rancheras que interpretan han trascendido fronteras, hasta manifestarse en grandes escenarios o en festivales internacionales e intercontinentales. Esto también se hace evidente en el anual Encuentro Nacional de Mariachi Tradicional en Guadalajara, Jalisco, donde encontramos músicos extranjeros interpretando música de mariachi tradicional.
Los testimonios de Anecdotario mariachero también son especiales porque en ellos se refleja cómo el humor mariachero concilia la realidad contrastante a la que los expone su oficio. El humor navega entre algo tan profano como los vicios, la violencia y la crudeza de una vida de carencias, y lo sagrado, como cantar en una misa o serenata a una imagen religiosa, a las madres en su día, o la dedicatoria bien intencionada de un joven hacia su amada. El humor ayuda a sortear toda clase de albures y peligros, y ayuda a tomar la vida con filosofía.
A través de estas anécdotas, en sus propias palabras, podemos acercarnos un poco a las vidas de estos músicos, conocer sus aventuras, alegrías y sinsabores, desmitificar los estereotipos en que los encasillamos y comprender un poco la importancia y la función de su oficio en la historia, presente y porvenir de nuestros pueblos. Este es un pequeño pero muy respetuoso homenaje a la vida y universo de estos artistas que, como dice don Nicolás Puente, han vivido «al servicio de la música, no sirviéndose de la música».