adopción es un acto legal por el que una persona acoge como hijo a alguien nacido de otros padres. El coleccionista insiste en hablar de adoptar. Ante la ley la figura podría funcionar, y después de todo él es abogado, pero a mí me cuesta acostumbrarme. Debo intentar usar esa palabra con fluidez, me digo. Pero no lo logro. En cambio, él no se equivoca jamás. Queda claro que tiene un vínculo de cariño con sus obras, una relación que va más allá de la mera adquisición. No usa clavos para colgar sus pinturas adoptivas, solo tanzas que le permiten descolgarlas con facilidad. «A la noche», me dice, «ellas discuten entre sí. Yo las muevo, las intercambio, como quien separa hijos y los manda a sus habitaciones hasta que amaine la pelea.» Cuando me cuenta eso, me imagino a un hombre caminando por su casa en la oscuridad. Sus pensamientos han pasado más tiempo en compañía de estas obras que en la de ninguna otra cosa, y donde sus pensamientos están, está él.
«Una de las maneras en que los seres humanos tendemos a organizar el caos de la vida es armando una colección»,