Siete casas vacías

me pregunto si habrá alguna otra manera de abrazar cosas tan descomunalmente grandes como una casa

¿Sabe qué hora es, señorita?
Su voz grave me confunde y es difícil saber si lo que dijo es una pregunta o un reproche.

–¿Ojeado? ¿Qué es estar ojeado?
–Una mujer que me odia dijo que la próxima vez que yo diga mi nombre me voy a morir.

No puedo siquiera moverme. Si me paro, no podré evitar ver cuánto ocupa realmente mi cuerpo.

puedo siquiera moverme. Si me paro, no podré evitar ver cuánto ocupa realmente mi cuerpo.

que estaba sentada en cuarenta centímetros cuadrados, y que eso era todo lo que ocupaba su cuerpo en el mundo.

Ellos estaban ahí para cuidar de sus cosas, y a cambio sus cosas los sostenían.

–Cuando le pido algo a Dios pido así: Dios, vos hacé lo mejor que puedas –y dio un largo suspiro–. De verdad, no pido nada puntual. De tanto escuchar a la gente aprendí que no siempre piden lo que es mejor para ellos.

¿Es mi madre la que sostiene lo que mi padre riega o es mi padre el que riega lo que mi madre se sostiene?

Los brazos y las piernas están abiertos y separados, y por un momento me pregunto si habrá alguna otra manera de abrazar cosas tan descomunalmente grandes como una casa,