Cuando los veo por primera vez, siempre busco la misma imagen: la imagen de antes. Tras sus miradas borrosas, sus gestos inseguros, sus cuerpos encorvados o doblados por la mitad, busco al muchacho o a la muchacha que fueron como quien pretende descubrir el esbozo original de un dibujo repasado torpemente con rotulador. Los observo y me digo: ella también, él también amó, gritó, gozó, nadó, corrió hasta perder el aliento, subió las escaleras de cuatro en cuatro, bailó toda la noche. Ella también, él también cogió trenes, metros, paseó por el campo, por la montaña, bebió vino, se levantó tarde, discutió sobre el sexo de los ángeles. Me conmueve pensar en ello. Voy en busca de la imagen e intento resucitarla, no puedo evitarlo.