Salvó al príncipe… y acabó subiendo al altar.
Cuando Josephine, una joven científica, rescató a un desconocido que se ahogaba, quedó cautivada por su devastadora belleza. Alexander no se acordaba de quién era, pero el deseo que se reflejaba en sus ojos arrastró a la inocente Josephine hasta la más intensa de las pasiones.
Hasta que supo que era el príncipe Alexander, el heredero del trono de Aargau… La posibilidad de un escándalo hacía que la tímida cenicienta tuviera que convertirse en una princesa real.