Sayak resuelva con tantísimo acierto en su libro al reubicar en el cuerpo y en sus órganos, fundamentalmente la boca, los afectos, las sensaciones, las emociones, y también el lenguaje, como una parte más, por más que su extensión social y, por lo tanto, política, pero también simbólica, nos haga ubicarlo más bien afuera casi siempre.