Así como Freud introdujo la dimensión inconsciente y la relación consciente-inconsciente, Bion desarrolló ideas sobre la relación finito-infinito, la tolerancia a la duda, a la incertidumbre y al misterio. Propuso nuevas ideas acerca de lo que llamó la relación entre la parte psicótica y no psicótica de la personalidad y en la última parte de su obra postuló como objetivo del psicoanálisis, además del conocerse a sí mismo, el devenirse auténtico, el devenirse sí mismo. La riqueza de sus hipótesis, la amplitud de sus teorías y la flexibilidad de sus modelos, agregadas al consejo de instalarse “sin memoria, sin deseo y sin entendimiento” en la tarea de observación e investigación clínica, apuntan a estimular la capacidad creativa de los analistas, como si les dijera «atrévanse a pensar por sí mismos”. Bion habla de las dificultades para expresar ideas nuevas con palabras conocidas y explica que esto lo lleva a veces a introducir términos desprovistos intencionalmente de significado, como alpha y beta, o a utilizar palabras conocidas con significados estipulados por él. Para él la comunicación lateral es muy mala; si el objeto –es decir el paciente— está allí, uno puede señalar esa realidad compartida con el paciente, que está presente en la sesión. En cambio es muy difícil, si no imposible, cuando se trata de transmitir lo que ocurrió en la sesión a los colegas analistas, que no están presentes en ese análisis, en esa sesión, puesto que la experiencia del analista con su paciente es una experiencia emocional única e irrepetible.