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Bernat Castany Prado

Una filosofía del miedo

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  • Anahas quoted6 hours ago
    Nota mental. Los anuncios publicitarios, los gurús empresariales y, en general, el capitalismo tardío buscan excitar los deseos no naturales. De ahí que nuestro pobre hedonismo tardocapitalista no redunde en un aumento del placer, ni de la felicidad, sino más bien en una intensificación del sufrimiento en general y del miedo en particular. Es un placer placebo.
  • Anahas quoted6 hours ago
    Luego están los placeres artificiales. Son aquellos que resultan del cumplimiento de deseos insaciables y perjudiciales, como la codicia, la vanidad, el lujo o el honor.
  • Anahas quoted6 hours ago
    Lo interesante es ver que, para los epicúreos, los placeres artificiales son falsos placeres, basados en falsos valores, de todos los cuales nos debemos librar.
  • Anahas quoted6 hours ago
    Para los epicúreos resulta esencial saber distinguir entre los placeres naturales y los placeres artificiales. Son placeres naturales aquellos que están relacionados con nuestras necesidades básicas de supervivencia. Y, como el alma y el cuerpo forman un continuo, resultan tan importantes los placeres que brotan del cumplimiento de nuestra supervivencia física como aquellos que emanan de nuestra vivencia espiritual. La amistad, la filosofía, el arte o el juego son modos de protección, exploración o sublimación igualmente naturales.
  • Anahas quoted6 hours ago
    En general, el epicureísmo busca pasar entre la Escila del exceso y la Caribdis de la mortificación. Por eso, según Epicuro, «también en la moderación hay un término medio, y quien no da con él es víctima de un error parecido al de quien se excede por desenfreno». No obstante, parece que el epicureísmo griego les dio más importancia a los placeres pasivos, poniendo el énfasis en la prevención del dolor, mientras que el romano, con Ovidio, Horacio y Lucrecio a la cabeza (aunque podríamos añadir a Montaigne, que fue más romano que francés), buscó los placeres activos.
  • Anahas quoted6 hours ago
    Cuando hablamos de «placer», no nos referimos solo a los placeres corporales sino también a los espirituales (o, si se prefiere, psicológicos, en el sentido griego del término). El atomismo de Demócrito, que se halla en la base del epicureísmo, considera que el alma y el cuerpo comparten una misma naturaleza material. El cuerpo estaría formado por una unión más numerosa y compacta de átomos, y el alma, por otra más rarificada y fluida. El alma es corporal, o el cuerpo, espiritual. No importa, todo son átomos que se mezclan en el vacío... Lo que sí importa es que, en los dos extremos del continuo (que nos resignamos a llamar «cuerpo» y «alma»), rigen las mismas leyes naturales. Por eso, si los placeres existen, existen tanto para el cuerpo como para el alma, y además resultan igualmente naturales, legítimos y complementarios.
  • Anahas quoted6 hours ago
    Uno de los primeros en defender el placer, en la estela de Demócrito y Aristipo, fue Epicuro, para el que «ningún placer es en sí mismo un mal, si bien las causas que producen algunos de ellos conllevan más perturbaciones que placeres». Resulta, pues, necesario trabajar la materia prima del placer para producir una felicidad duradera. Para ello debemos conocerlo en profundidad, liberarlo de sus sambenitos y construir una administración del goce que nos permita maximizar sus beneficios y disminuir sus costes.
  • Anahas quoted6 hours ago
    En cierta ocasión Umberto Eco se imaginó que un arqueólogo del futuro hallaba un único resto de nuestra civilización. Se trataba de un pequeño papel arrugado en el que podían leerse los versos: «cuando calienta el sol aquí en la playa, / siento vibrar tu cuerpo cerca de mí». Eco se preguntaba qué idea podría hacerse de nosotros aquel arqueólogo del futuro a partir de aquel trozo de papel. Algo semejante nos pasa a nosotros con la idea de placer, que es una ánfora rota y dispersada por el tiempo.
  • Anahas quoted6 hours ago
    La representación del placer como una experiencia limitada, efímera, heterónoma y ambivalente fue la base de su demonización. Los platónicos y los estoicos asociaron la búsqueda de los placeres a un materialismo burdo y animal. El cristianismo la vio como una tentación demoníaca. Todos prometían construir una vía alternativa con la que alcanzar una felicidad más duradera, autónoma y completa.
  • Anahas quoted6 hours ago
    Esto se debe, en parte, a que la impronta idealista (platónica, cristiana, kantiana, hegeliana e incluso capitalista, pues creo, con Chesterton, que el capitalismo es un idealismo) nos ha acostumbrado a entenderlo como una cuestión meramente corporal y, por lo tanto, negativa o sacrificable. Unos consideran que el placer es una experiencia efímera que se agota en su propia consecución. Un terreno arenoso sobre el cual no puede edificarse una felicidad duradera. Otros afirman que el hecho de que dependa de causas exteriores, inmanejables o inalcanzables por nuestra propia voluntad es fuente de grandes insatisfacciones. Y todos coinciden en que el placer puede verse acompañado por consecuencias negativas, tanto en el plano físico como en el psicológico. Como siempre, hay una parte de verdad y nueve de mentira. Según Juan Carlos Onetti, no hay peor mentira que aquella que cuenta todos los hechos sin respetar el alma de los mismos. Al fin y al cabo, la suma de dos medias verdades nunca dará lugar a una verdad entera.
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