Los marginados del acuerdo, la aristocracia tory, recuperaron otras fuentes latinas para construir su discurso de oposición. Cicerón, Tito Livio, Salustio o Tácito, y también el Maquiavelo de las Décadas, alimentaron un discurso republicano que, según ha estudiado C. Pocock, colocó su foco en la corrupción y sus efectos: el abandono de las antiguas virtudes y el comienzo de un camino que inevitablemente conducía a la pérdida de la fuerza militar –cuerpos debilitados por el lujo, virilidad reducida por el afeminamiento– y finalmente a la esclavitud. Por ese camino, las virtudes de la paz y la opulencia, que habían sido la base de la laudatio imperii, se transformaron en la causa de la decadencia.