Sólo en un punto coincidían: en la obsesiva sensación de inexpresada deformidad que impresionaba a todos los que lo veían.
Martha Lunahas quotedlast month
era un hombre robusto, de unos cincuenta años, de buena presencia y fino rostro, con cierto airecillo taimado, pero con todos los signos de la capacidad y la amabilidad—