Lujuria. Libro 1

—Si envuelvo el cofre… —pregunta sacándose las bragas del bolsillo—, ¿qué agrego yo a mi colección?

Es como una tormenta

la cual arrasa con todos mis refugios.

una maldita idiota, la cual no sabe escuchar.

Me perturba tu obsesión con mis tetas. —Es lo primero que coge cada vez que tiene la oportunidad—. Harás que se me caigan.

No quiero dar marcha atrás; como sea, tengo que buscar la forma de que esto funcione y no por ella, por mí, porque mi egoísmo exige y demanda que le cierre el paso a otros y la mantenga a mi lado, ya que es mía.

No, se debe a que soy el tipo de persona a la que todo le sale bien.

No se va a ir a ningún lado y si se larga, moveré el mundo entero para encontrarla otra vez, dado que como ya dije una vez, es mía y a mí nadie me quita nada.

—Muy bien, nena. —Su puta nena me vuelve la cabeza un lío, tanto como para dejar que siga con lo que intenta hacer.

—No es lo que quiero oír ahora —jadea—. Sabes lo que quiero, así que dilo.

—Sí, mi amor. —

—¿Dios? —Me sostiene las manos por encima de la cabeza—. Parezco uno, pero no, nena, es Christopher Morgan quien te está cogiendo duro.