La enfermedad te trastorna. La vida, tal y como la llevabas, ordenada, desordenada, poco importa, se detiene. Irrumpe la enfermedad, lo altera todo. De nada valen previsiones ni proyectos. Tus obligaciones, de pronto, son otras. El tiempo se mide de otra manera. Aparece la espera. No tienes atención más que al dolor, a los resultados de los análisis, a la cifra de fiebre que certifica el termómetro, a los escáneres, las ecografías, las biopsias… Aparece el miedo y también las posturas de matasiete, pero sobre todo el miedo, cercano o lejano, a perder la vida; el miedo y la certeza de la vida no vivida o vivida a medias: la verdadera trama de la comedieta