Efectivamente, hay en el patíbulo, cuando lo tenemos delante, irguiéndose, algo alucinatorio. Podemos ser indiferentes, hasta cierto punto, en cuanto a la pena de muerte, no pronunciarnos, decir que sí y que no, mientras no hayamos visto una guillotina con nuestros propios ojos; pero si nos topamos con una, la sacudida es tan violenta que hay que decidirse y tomar partido a favor o en contra. Hay quienes la admiran, como De Maistre