Lo sentí como un amor loco por mis vestidos, por mi perro, por mi amiga, un amor que vivía con tanta felicidad como miedo, miedo de que se rompieran, de perderlos, un amor que me expandía y me hacía reír hasta que me cortaba el aliento y también me contraía el corazón y se volvía una solicitud extrema hacia el cachorro y la mujer y los vestidos, un amor con vigilia de escopeta.